El dinero que tenemos (o la falta de él) influye directa o indirectamente en nuestra vida. Y esto es igual para todos, sin importar edad, sexo, raza, religión, ni partido político. A menos que vivas en una comunidad autosuficiente, tu vida se verá afectada por el “vil metal”
Puedes darle mayor o menor importancia, pero aunque intentes ignorarlo ahí está, lo necesitas para vivir, para pagar un techo sobre tu cabeza, la ropa que te pones, la comida que comes, para moverte de un sitio a otro, para comunicarte, y tantas otras cosas más. De pequeños la responsabilidad recae sobre nuestros padres, pero cuando crecemos llega un momento en el que nos tenemos que hacer cargo de nuestras propias finanzas, nos guste o no nos guste.
Gestionar nuestro dinero es requisito indispensable para vivir en sociedad, y todos lo hacemos, bien, mal, o dejamos que alguien más lo haga por nosotros, pero lo hacemos. Es como comer, puede que no te guste cocinar, pero aun así tienes que comer.
Por lo general la mayoría de nosotros no suele darle mayor importancia al dinero, tenemos muchas ideas preconcebidas sobre lo “malo” que es, aunque por otro lado siempre deseamos tener más para poder comprar esas cosas que necesitamos o que simplemente queremos comprar. Y justamente esta contradicción es la que más malestar nos causa.
Creemos que si le dedicáramos tiempo a nuestras finanzas, o habláramos de ellas, seríamos codiciosos, avaros, materialistas, superficiales, mezquinos, etc. Por lo tanto no lo hacemos, simplemente vamos navegando en el día a día, pagando las cuentas, comprando lo que podemos y quejándonos de lo que no podemos comprar, como el resto de la gente, y nos enfocamos en lo que realmente importa, como la salud, la familia, los amigos, etc. Pero nos olvidamos que también necesitamos dinero para cuidar nuestra salud, para pagar medicamentos, para tener más tiempo de calidad para disfrutar con nuestra familia y amigos, no solo para darnos gustos.
Es hora de empezar a eliminar esos pensamientos contradictorios que no nos aportan nada más que insatisfacción y de reemplazarlos por pensamientos positivos y constructivos. Necesitamos desmitificar el dinero de una vez por todas y empezar a tratarlo como lo que realmente es, una herramienta.
Las herramientas no son “buenas” o “malas” Un martillo no es ni bueno ni malo, si lo usas para clavar clavos y crear cosas útiles, lo estás usando para un buen fin, pero si lo usas para partirle la cabeza a alguien lo estarás usando para hacer algo malo.
Lo mismo pasa con el dinero, depende del uso que se le de, pero el dinero en si no es ni bueno ni malo, tan solo es una herramienta. Una herramienta indispensable para vivir en sociedad, una herramienta que tienes que aprender a usar si quieres sacarle el mayor provecho.
Si no sabes por dónde empezar te recomiendo que leas mi libro Finanzas personales en prácticos sobrecitos: Aprende a organizar tu dinero con el sistema de sobres allí aprenderás a utilizar esta herramienta que es el dinero para que te ayude a concretar tus proyectos y a conseguir el estilo de vida que deseas.
¡Éxitos!
Alita
[…] este primer capítulo habla de la connotación negativa que tiene el dinero y cómo debemos cambiar esa ideología. Cabe destacar que no se trata de hábitos que nos darán […]